Gobierno ciudadano de transición
Hoy existe respaldo ciudadano suficiente para abrir, aunque corta, una primavera democrática.
Manfredo Marroquí
Imagine usted amigo lector contar, aunque sea por unos pocos meses, con un gobierno que no tuvo que gastar cientos de millones para llegar al poder y que libre de toda deuda y compromiso, asuma las tareas pendientes más urgentes abandonadas durante tantos años y logre sentar las bases administrativas y legales para que el Estado recupere su naturaleza y autoridad ética y moral.
Suena a utopía pero la gravedad de la crisis que vivimos obliga a soñar despiertos y convertir la misma en una oportunidad para recuperar espacios ganados por las mafias criminales y políticas que desnaturalizaron el proceso de transición democrática convirtiéndolo en un pantano que ahoga cualquier expectativa de bienestar y desarrollo para la mayoría de los ciudadanos.
Este gobierno ciudadano con el respaldo social suficiente asumiría la tarea de cumplir una agenda mínima pero estructural dentro del Estado, dirigida a ordenar y transparentar la administración pública, abanderar el cambio al régimen electoral y de partidos políticos para evitar su conversión en empresas electorales y llamar a consulta popular para reformar el sistema de justicia hoy tomado por redes de interés al servicio de las mafias.
Otra tarea de corto plazo sería refundar la SAT y ordenar las finanzas públicas en este año que se prevé catastrófico presupuestariamente, dado el desorden imperante y evitar que el nuevo gobierno que asuma en enero recurra al trillado argumento de que no puede cumplir sus promesas ni hacer nada debido a que el gobierno anterior dejó las arcas vacías.
Una grave crisis política solo se solventa cuando la mayoría de actores sociales y políticos están convencidos que las causas que provocaron la misma han desaparecido. La renuncia de Roxana Baldetti a la Vicepresidencia era el costo obligado que el gobierno debía pagar por llevar al poder a personas no idóneas a posiciones tan altas. Ahora corresponde entrar a la agenda de los cambios y reformas que sinceramente no veo condiciones para que sean conducidas por el mismo gobierno del presidente Pérez.
A no ser que el mismo presidente diera un giro completo a su habitual conducta de negación de la realidad, y decidiera encabezar esta agenda mínima pero urgente en lo que resta de su periodo. La primera señal para saber esto será conocer la terna que envíe al Congreso para la sucesión vicepresidencial.
Pero si el presidente Pérez no está dispuesto a jugársela por Guatemala, lo mejor sería que diera paso a un relevo completo de gobierno previsto en el orden constitucional tal y como sucedió en 1993, cuando el Congreso tuvo que elegir a un nuevo presidente y vicepresidente para terminar el periodo establecido legalmente.
Hoy hay condiciones de mayor madurez democrática para aprovechar esta coyuntura a diferencia del 93 cuando con la finta de cambiar a las personas, se reforzó el sistema perverso que nos ha llevado a la actual situación. Hoy existe respaldo ciudadano suficiente para abrir, aunque corta, una primavera democrática encabezada por un gobierno de ciudadanos capaces y comprometidos con desarrollar las reformas y transformaciones contenidas en dicha agenda mínima.
La soberanía radica en el pueblo y cuando la delega a un grupo político que la detenta para fines distintos a los que conviene a la sociedad, está en su derecho de retomarla para que sea asumida por personas que respondan a las demandas y expectativas de cambio que hoy clama la sociedad en su conjunto.